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jueves, 11 de junio de 2015

Intocables...

Un martes más, el tercero ya, estuve dedicándome a mi cuadro con los Intocables de Hampi. Este título, por desgracia dista mucho de aquellos otros de Eliot Ness. Los Intocables son la casta inferior en la India, y se llaman así porque nadie les debe tocar, ya que se consideran portadores de cualquier mal. Parece que antiguamente tenían que ir con el torso desnudo para que se les pudiese reconocer y su sombra no podía tocar a nadie (es por ello que solían entrar en los pueblos y ciudades de noche). Supersticiones sociales en este caso que jsutifican un statu quo. Sin embargo algunos de estos intocables tienen una función decisiva en la sociedad. Es el caso de los que mantienen el fuego para las cremaciones en Varanasi. Todo el que quiera incinerar un cuerpo debe pasar por ellos, con lo que su rol es fundamental para llevar a cabo un entierro. Si bien la idea de las castas tiene un regusto a Edad Media, parece que ha sido una pieza muy importante a la hora de ensamblar las diferentes etnias, culturas y religiones que componen ese bestial mosaico de realidades que es la India. Ahí lo dejo, y el que quiera que lea más sobre el tema ;).
Total, que me fui el martes para el Espai d'art con la mente clara y con lo que quería hacer bien presente: continuar en la dinámica del otro día: pinceladas largas y que moldeen las formas, darle cierta "energía" al lienzo. Y como en la última sesión estuve trabajando principalmente las figuras, era el momento de atacar el fondo. No planteaba unas dificultades locas en principio, a excepción de la pared de la derecha, que me dio y me dará trabajo, pero es lo que hay. En un primer momento, más o menos la primera hora, me dediqué a las rocas con toques de luz blanquecina del fondo y ya de paso estuve metiéndole mano al recipiente que la señora lleva sobre la cabeza. Como idea fundamental, quería que el claroscuro estuviese bien cogido, y por otro lado, que no estuviese soso de color. Es en este punto en el que introduje los primeros magentas, verdes y azules, pero muy poco saturados, con poca concentración de pigmento. Y el resultado me gustó:
 
Pero casi más que lo que veía, me iba gustando lo que hacía, el tipo de pincelada, la manera en cómo esta pincelada definía los espacios y las texturas,... Me sentí muy cómodo durante toda la sesión y yo creo que eso se notaba en el cuadro, que transmitía este estado de cosas. De segundo me dispuse a trabajar el templo y el bloque de piedra de la derecha. Para el templo tenía una cosa clara: me atraían los tonos usados para el primer acercamiento y quería mantener ese espíritu lleno de tonos rosados, turquesa, verde claro,... Y a mi entender que lo conseguí en buena medida aparte de dotarlo de una luz especial, lo que me acerca al objetivo de plasmar las cosas de una forma parecida a como lo hacía Joaquim Mir (salvando las enooooormes distancias, claro ;)). Mucho me convenció todo el trabajo de la sesión. Y ya para terminar, me quedaba la pared de la derecha. Aquí no escatimé en cantidad de pintura pero a la vez intenté mantener un mínimo claroscuro e ir generando la textura que nos va a hablar de cómo esta configurada esta pared rocosa. Y la cosa quedó de esta manera:
 
 
En este punto, todo el cuadro tiene más o menos la misma cantidad de trabajo, que romperemos el próximo día cuando nos dediquemos más en profundidad a las figuras. Esteve me comentó que le gustaba más este cuadro que el último, que estaba más acartonado. En este -decía- se ve un fluir de la pincelada y está en general más guapo. Como me gusta ir evolucionando, salí muy contento del Espai y ya estoy pensando en cómo afrontar la próxima sesión para ir dando mate al cuadrito.
 
¡Hasta la semana que viene Espai d'art! 

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