¡Y que sesión! Era uno de esos días en los que Uno está concentrado y le sale todo más o menos como debe ser (el "como debe ser" o "comme il faut", ese gran ente que establece los criterios de normalidad). La idea y la ejecución se basó en el fondo, que necesitaba algo de trabajo. Y contábamos como siempre con las pautas básicas: utilizar colores más bien puros y evitar los sucios, conectar largas pinceladas a lo largo de la superficie del lienzo y prestar atención al claroscuro. Lo que más me interesaba era el juego de blancos en la parte superior del cuadro, que me iba a dar la máxima luz e iba a enmarcar el resto de la escena. La cosa más importante en este momento era lograr unos blancos muy puros y luminosos mezclados con colores muy poco saturados, con poco pigmento, para que esta zona se "aleje" y la atención del observador no se dirija aquí como un punto focal de atención. Y con mucho tesón y cariño, lo fui consiguiendo, hasta el punto de decir que quedé bastante satisfecho con el resultado, en el que se aprecia el paisaje rocoso en este último plano de la imagen:
Poco más hice en este primer momento. Era hora de pasar al templo, una de mis zonas favoritas del cuadro, por el juego que da y la iluminación que he conseguido de esta zona, muy colorida, pero equilibrada a la vez. Fui matizando las pinceladas de amarillo de cadmio que había dado en la última sesión y que cantaban más que La Traviata. Fui sustituyendo esto por otros colores poco saturados, con presencia de tonos azules y verdosos que me dieron muy buen resultado. Un detalle que me gustó fue el hecho de definir las piedras de la base del templo con cuatro pinceladas rápidas y que resultase una textura rocosa. ¡Ah! casi se me olvida, también me dediqué a trabajar el cantaro y el paño que lleva la figura principal sobre la cabeza. Lamentablemente la fotografía que hice con mi móvil es terrible, pero puedeo prometer y prometo que al natural es mucho mejor todo. Como en otras ocasiones, intentaré colgar una foto hecha con la cámara buena una vez lleve el cuadro a casa, para que se pueda apreciar mejor el trabajo. Así estaban las cosas cuando me decidí a hacer lo que es a la vez la parte más salvaje y la más delicada del cuadro: la pared rocosa de la derecha. Y me propuse hacerlo bien, pero con energía, y dando a entender la textura de la roca. Y la cosa fue bien y mal a la vez como se puede observar bajo estas líneas:
Bien porque la textura está conseguida y el muro tiene una potencia brutal. Mal porque esa misma potencia le resta protagonismo al resto del cuadro como me comentó Esteve. Él me dijo que al mirar el cuadro la vista se va irremisiblemente hacia esta parte por el trabajo que lleva y me sugirió que comprase algun pincel muy ancho para este tipo de superficies, de manera que en pocas pinceladas pudiese resolverlo sin que fuese tan potente. Me lo tendré que plantear pero será ya de cara a la semana que viene, que estamos a final de messss. Sin embargo me pareció una sesión muy productiva e incluso el jefe me dijo que el fondo ya lo podemos dar por acabado. Mi idea es terminar la semana que viene, penúltimo día del curso y luego hacer un cuadro pequeño en un día, pero va a depender de cómo enfoquemos el trabajo el próximo día...
¡Hasta la semana que viene Espai d'art!
No hay comentarios:
Publicar un comentario