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martes, 21 de junio de 2016

Tercera terraza de la serie: Hotel Neri




Hay días que son para disfrutar y el de ayer fue épico. Las dos últimas clases del intensivo de terrazas que se ha marcado Antonio corrían a cargo del amigo Lluïsot, ilustrador de renombre con 30 años de trayectoria a sus espaldas y colaborador habitual de El Víbora, una de las revistas de cómic (comix underground por más señas) de referencia en el país. Un tipo con mucha vidilla, muchas anécdotas que contar, muchos esquemas que romper y que se trajo unos estuches de Stabilo Point 88 con los que lo pasamos en grande.
Pero vamos por partes: la terraza a la que nos dirigimos era la del Hotel que hay en la Plaza Sant Felip Neri. Ni había reparado en la existencia de dicho hotel, pero una vez entramos la experiencia fue interesante. Había unas decoraciones bizarras en uno de esos edificios que mezclan lo nuevo y lo antiguo y despacito alcanzamos la cima el hotelito con una terraza pequeña y muy simpática donde Lluïsot comenzó a comentarnos lo que íbamos a hacer. Se trataba de ejercicios de línea con los mencionados Stabilo Point 88 y un experimento para la seguna parte de la clase. En primer lugar, dibujaríamos al compañero de nuestra izquierda utilizando varios rotuladores de colores, teniendo la precaución de más o menos utilizar el mismo color para todas las zonas de piel, por ejemplo. Pistas que nos dio el profe: si dibujamos un pelo, la línea tiene que ser de la misma longitud que veamos en el cabello (proporcionalmente, claro). Y nos tiene que caber todo el cuerpo. Es decir, si hemos empezado muy fuerte (mi caso) y no nos queda hueco para la parte de abajo, tenemos que meterla con calzador deformando la imagen lo que sea necesario. Y la verdad es que salieron cosas chulísimas:


Bajo estas líneas se ve al profe explicando los resultados junto con anécdotas personales (la necesidad de ir dibujando a la gente en el metro, sus manos agarrando los móviles, por ejemplo):


Y de segundo teníamos un experimento: se trataba de hacer con rotulador 0.8 mm a un compañero (sólo del torso para arriba) y con rotuladores de colores, el fondo enmarcando a la persona. En este caso teníamos una planta colgante y una buganvilla morada. Por encima de esto, al fondo, teníamos que hacer una cúpula que se veía o el pináculo de la catedral que quedaba detrás de la terraza (esto en 0.2 mm para favorecer la sensación de distancia y atmósfera). Es súper divertido y demás, pero lo mejor vino luego: Antonio había pedido cafés con y sin azúcar, ¡y los utilizamos para dar sombra a la figura! Muy guapo, de verdad. Lo único que es un poco engorroso porque tardaba en secar y el que llevaba azúcar pegaba un poco, pero es una nimiedad, teniendo en cuenta el resultado: 


Pues eso, que muy bien lo pasamos. Recuerdo otra parte del discurso de Lluïsot muy jugosa. Hacía referencia al arte académico. Decía que todos quedamos descontentos con nuestros dibujos porque tenemos la idea de que deberían parecerse lo más posible al arte académico, aquel más realista, con figuras humanas perfectas, etc. Pero él aportaba un punto de vista importante: este tipo de arte, aún con toda su relevancia, abarca un período muy corto de la Historia de la Humanidad, por no decir que prácticamente se reduce al ámbito europeo. Es decir, que nuestra preocupación por dibujar como Rafaeles, Michelangelos o Ingres, no tiene un fundamento potente y que es muy interesante ver el estilo peculiar de cada uno y más aún cuando le damos libertad a la mano como en este caso. Nada, una joya de profe, desde luego. Os dejo con un par de fotos finish:












Y me marcho con un buen sabor de boca. Es fundamental tratar con diferentes profesores para tener una pesrpectiva más amplia de aquello en que consiste dibujar y sobre cómo interpretar la realidad. La semana que viene última clase, otra vez con Lluïsot.

¡Hasta entonces!






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