Cuando a Uno se le mete algo en las castañas (como diría mi querida madre), no para hasta darle fin. Es lo que tiene, amigos, así es que también el viernes encontré mi ratito de asueto en el trabajo para poder ir haciendo una frasecita:
Muchos habréis reconocido que se trata del inicio de Cien años de Soledad, de Gabriel García Márquez. Es un libro que me marcó muchísimo en la época, por todo, la forma en que escribe el arriba mencionado, la estructura del libro, el realismo mágico, el repaso por la historia latinoamericana, etc. Es uno de aquellos libros que marcan un antes y un después en la Historia de la Literatura, vaya ahí mi humilde opinión. Y tanto la primera como la última frase del libro son de una potencia abrumadora, así que era una buena motivación para practicar la caligrafía cancilleresca. De hecho me comí una palabra por el camino, pero no altera el sentido de la frase. Aproveché para hacer unas pocas florituras e ir soltándome con esto.
La cosa no quedó ahí: luego por la tarde tuve un ratejo para ponerme a hacer lo mismo pero ya con la pluma Speedball y con la tinta hecha a base de nogalina en papel malucho, que es lo mejor para soltarse. y estuve buscando algunas frasecitas en latín que caligrafiar:
Queda chulo, pero se nota que hay que calentar la mano, como puede verse a continuación:
Probé a hacer la misma frase de Cien años de soledad con la pluma y fue una gozada, muy fluido todo. Para rematar hice la primera frase de La metamorfosis de Kafka, otro libro que me encanta:
Y de paso me tiré a la piscina e intenté hacer algo que nunca había probado, doblando el grosor de las letras. Así que este fue mi viernes, aunque ahí no quedó la cosa...
¡Hasta ahora!
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