Algunos compañeros me dijeron que estaba genial, pero que qué pena. Y es cierto, pero por la experiencia que tuvimos de la India, lo más asombroso es la capacidad de adaptación y la aceptación de este tipo de situaciones, tanto por los que las viven como por los que las presencian. La foto está tomada del "archivo" de mi mujer y se hizo en Fort Kochi, al sur del estado de Kerala.
Sin pensármelo demasiado, me puse a ello. Primero le comenté a Esteve que cómo lo veía, ya que el bebé está descentrado en la fotografía. Esteve me dijo que no me preocupase demasiado de ello, que era más bien cuestión de tomarlo como una referencia para el cuadro, más que para copiarlo literalmente. Ooook, no se hable más, vamos a por el encaje a carboncillo:
Y bien, sin complicaciones, así quedó hecho. Luego me dispuse a borrarlo. Síii, a borrarlo, pero no del todo. En los tiempos en que empecé a pintar allá por el 2005 en el taller de Loreto, fue así como aprendí a hacerlo y si bien hay mucha gente que prefiere hacer el encaje con lápiz, a mi me parece más potente y práctico con carboncillo. Y tal como entonces se me enseñó, con un trapito se va golpeando el lienzo para quitar el exceso de polvo de carbón, que es un engorro para pintar, pero dejando las líneas principales marcadas:
Genial. Ya podemos empezar a pintar a estilo sauvage. Como es norma, se trataba de aplicar capas muuuy diluidas para hacer un primer claroscuro. Y quedó bastante aparente, sobre todo teniendo en cuenta que dispuse de unos 45 minutos:
Así lo dejé y me fui, que habíamos quedado con mi cuñado para cenar. Pero ya casi con ganas de que pase una semana para poder meterle mano otra vez. Ains, ¡esto del óleo es un vicio malo!
¡Hasta la semana que viene!
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