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miércoles, 22 de junio de 2016

Acabamos con Nietzsche (de momento)

Je höher wir uns erheben, um so kleiner erscheinen wir denen, welche nicht fliegen können
Cuanto más nos elevamos, tanto más pequeños parecemos a aquellos que no pueden volar

Me parecía lo mínimo empezar este post con una cita de Nietzsche, demoledor de mitos y de dogmatismos y al que le tenemos que agradecer buena parte del avance de la razón y el arte, aunque sólo sea por oposición. Como comenta en el capítulo titulado Del árbol en la montaña, del libro Así habló Zaratustra:


Entonces el joven se levantó consternado y dijo: «Oigo a Zaratustra, y en él estaba precisamente pensando.» Zaratustra replicó: «¿Y por eso te has asustado? - Al hombre le ocurre lo mismo que al árbol. Cuanto más quiere elevarse hacia la altura y hacia la luz, tanto más fuertemente tienden sus raíces hacia la tierra, hacia abajo, hacia lo oscuro, lo profundo, - hacia el mal.»  
Esto tiene que ver tangencialmente por lo menos con el cuadro que pude terminar ayer en el Espai d'art. Una mano de hombre que se alza en el medio del desierto y que a medida que se eleva, se va transformando en piedra, para sostener sobre las cinco columnas de sus dedos un templo divino -hecho de la misma materia solidificada. ¿Dios a semejanza del hombre o el hombre a semejanza de dios? El debate está servido, pero mi posición está clara.
Ayer fue un día de trabajar el cuadro a conciencia como a mi me gusta. En el anterior post comentaba cómo el resultado era demasiado "bonito", le faltaba vibración cromática, por así decir. Con esto en mente, llené la paleta con mis colores y fui depositando materia sobre materia para dar la textura que yo consideraba necesaria y aportar los colores que me estaban faltando para llevar el cuadro a donde yo quería. He de reconocer que en la vorágine del entusiasmo me pudo la ceguera y ensucié bastante algunas zonas, sobre todo aquella que presenta la iluminación más potente y que perdió algo de chispa debido a ello. A cambio, todo el cuadro empezó a tener vida propia y pude arreglar el templo divino. Al llegar a este punto Esteve sí que me comentó que sería bueno destacarlo de alguna manera y metí unas pinceladas leves pero con carácter para hacer el contorno del ojo. Hecho esto fue cuestión de trabajar un poco más el desierto (que a mi entender también se me ensució un poco) y el segundo plano del mismo, tras lo cual dejé el cuadro casi acabado.
Mientras daba los últimos toques estuve hablanco con mi compi Carme de las elecciones venideras y de que había que votar si queríamos que las cosas cambiasen. Así fue configurándose un cuadro muy necesario para mi, que siempre va a estar preñado de todo este pasado y todo este futuro. De este cielo al que se llega cuanto más anclados se tienen los pies en el suelo. Zaratustra dixit.


¡Hasta la próxima!

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