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domingo, 26 de julio de 2015

Dibujos a plumilla y una pequeña catástrofe

Jueves pasado, antepenúltimo día de Espai d'art, intensivo de Julio.

Iba yo con mis cositas para dibujar a la Barceloneta, donde ya había estado el martes haciendo unos apuntes a caña bastante decentes. Me llevé los mismos materiales y llegué allí sobre las 19 h, para hacer una sesión completa hasta las 21:30 h. Me presento ante el jefe Esteve para que me de instrucciones de cómo proceder ese día, me comenta que saque el pincel recargable. ¿El pincel recargable? ¡Pense que íbamos a seguir con la caña!. No, no, eso era para el otro día -me comenta. La hemos hecho buena, no llevo el susodicho pincel ni nada que se le parezca. Sin embargo me acuerdo de que en este estuche concretamente sí que llevo unas plumillas y le comento que si es una opción válida. "Perfecto" responde él. Y al abrir el estuche de madera, allí estaba la catástrofe: todo, todo, todo manchado con tinta china. ¡¡Yujuuuuuu!! ¡Menudo pifostio que había liado! Y encima no tenía pañuelos de papel ni nada... En fin, con un trozo de plástico salvé lo que se pudo y luego miré si todavía quedaba algo de tinta en el bote, porque si no me tocaba ir a comprar y la Barceloneta no se caracteriza precisamente por su oferta de tiendas especializadas en bellas artes y/o papelerías. Gages del oficio, que dicen por ahí.
Pero bueno, no se había muerto nadie, así que seguí con el plan inicial. Examiné por encima las plumillas de que disponía y me acordé de que tenía unas caligráficas muy chulas que quizá me podían hacer un buen servicio. Así que dispuse la primera sobre el paliller y ¡adelante con ello!:


Me encantó el experimento y se deduce por el dibujo que estaba a voluntad con esta técnica. El aspecto de cómic es reseñable, y es que durante muchos años, cuando era bien pequeño, me encantaba imaginar historias e intentar plasmarlas (con más pena que gloria, toda la verdad sea dicha de paso) en blanco y negro, influencia del incipiente fenómeno manga de la época. Aunque no he vuelto a intentar hacer una obra en este formato, sigo siendo asiduo lector de cómics e intento empaparme del estilo de cada dibujante, aparte de disfrutar de guiones que en muchos casos alcanzan el estatuto de obras de arte (léase Watchmen, por poner un ejemplo entre mil, o Lupus, uno de los cómics mejor narrados que he tenido oprotunidad de leer, sin olvidar a orientales como Jiro Taniguchi, que impregnan el papel de una atmósfera muy especial). Bueno, el caso es que le di un tratamiento muy sucinto, pero quería que se destacase el claroscuro y que las zonas de sombra estuviesen claras para que la escena se pudiese entender. Se trata de una pequeña plaza con una iglesia antigua, Sant Miquel del Port, que me apetecía inmortalizar entre los edificios que flanquean la callecita por la que se llega hasta esta plaza, cercana al paseo Joan de Borbón. Sorprendentemente los árboles quedaron muy bien, siempre dentro de esta estética más de cómic eso sí. Y como segundo dibujo:


Una cosa más sencillita (había gastado muchas energías en el primer dibujo) pero que me gustó por haber conseguido retratar una escena y haberlo hecho dando protagonismo a los elementos necesarios, sin volverme loco con los detalles. Para este dibujo me junté al resto de compañeros que estaban tomando algo en una terraza cercana, desde donde se podía dibujar con mayor comodidad. No acababa de ver ningún asunto que llamase mi atención, y tras estar un rato observando (no hay que menospreciar esta parte previa al trabajo pues es la que define el tema y los focos de atención que determinarán a dónde se dirige la mirada del observador), me fijé en una pareja que miraba hacia el puerto. Pensé que era una excusa tan buena como cualquier otra para hacer un dibujo y por allí comencé. Mientras iba completando el dibujo, se sentaron en el mismo banco varias personas y grupos que me podrían haber cambiado la idea inicial, por eso era importante empezar por ahí. Luego era cuestión de ir paso a paso, cuidando de marcar bien dónde quedaba cada plano para que no se mezclasen las cosas. Como colofón situé en último plano el edificio del World Trade Center, como fijando la vista de la pareja allí y en primerísimo plano unas mesas de la terracita en la que estábamos. El resultado, si no espectacular, es por lo menos claro, y como es un aspecto que intento trabajar, yo quedé muy contento, porque la lectura del dibujo es evidente y no admite mucha confusión. Aquí me serví también de los consejos de Antonio respecto al uso de diferentes grosores de línea dependiendo de la cercanía o lejanía del objeto dibujado. Otra cosa que intenté trabajar por mi cuenta fue la textura de los troncos de árbol, cosa que he visto en muchos cómics y que con gran facilidad puede dar lugar a resultados muy efectistas.
A esto ya eran las 21:30 h, el señor del chiringuito nos dijo que iba a cerrar y fuimos recogiendo los bártulos poco a poco. Esteve me dijo que no había nada que criticar de los dibujos y que estaban de 10. Poco más que comentar, nos dijo el profe que la semana que viene tocaba dibujo sobre libreta con rotuladores calibrados, con lo que tendré todavía más recursos  la hora de afrontar un buen apunte callejero.

¡Hasta la semana que viene Espai d'art!

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