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miércoles, 22 de julio de 2015

¡Dale caña!

Pocas veces esta castiza expresión tiene un correlato tan literal como en el caso que nos ocupa. Ayer tocaba ir a la Barceloneta, cerca del Museo de Historia de Catalunya y el Passeig Joan de Borbó, en unas escaleritas que hay de cara al Port Vell. A veces Uno se pregunta por qué el jefe Esteve nos lleva a dibujar a ciertos emplazamientos. Me explico: esta zona concretamente tiene poco o nada de atractivo arquitectónico o monumentos de calado que puedan ser modelo para un dibujo de altura. Sin embargo, los lugares están bastante bien elegidos por el siguiente motivo: a pesar de no haber grandes monumentos o edificios, ¡hay de todo! A diferencia del caso del Urban Sketching, donde prima lo llamativo, lo diferente, lo colorido, etc., aquí disponemos de amplios espacios en los que se pueden encontrar un montón de temas, lo que equivale a decir que tenemos la posibilidad de interpretar lo que vemos, los encuadres y la iluminación de la manera que nos resulte más atractiva para expresar lo que a cada uno nos llama la atención. Si Uno se pone en la plaza de la Sagrada Familia, acabará por dibujar sólo este edificio y sus detalles, que se lo comen todo. Yendo a un sitio con arquitecturas menos prominentes la vista está más despierta para analizar y cazar multitud de pequeños detalles y escenas.
Así que, aunque iba sin mucha gana, por el calor y la distancia desde casa, me pasé con las cañas y la tinta china, que es lo que había hablado con el profe de cara a esta semana. Me llevé estas tres:




Y al llegar, éste me cogió a contrapié: yo pensé que haríamos dibujos más bien rápidos, por el tipo de trazo que se logra con la caña, que parece demandar un trabajo más ágil y expresivo. Sin embargo, me dijo Esteve que se trataba de hacer unos 2 dibujos. ¡Dos dibujos en 2 horas y media! Sinceramente no me lo esperaba, pero recordé eso que intento machacar últimamente, a saber, dibujar a buen ritmo, pero no deprisa y a lo loco, y fue un estupendo ejercicio para reforzarlo:



Este fue el primer dibujo que hice ayer, prestando atención a los espacios, la perspectiva y los detalles. El jefe me comentó que había quedado muy blanco y entonces procedí a introducir unos claroscuros más contundentes y definidos, que es el aspecto de la imagen sobre estas líneas. Me fascina el trazo de la caña y me atrevería a decir que es mejor cuanto más hecha polvo está la punta de la misma (claro que también hago caso de los consejos de Esteve sobre este apartado: hay que ir cortando la punta si se va chafando, porque en ese caso, la tinta ya no fluye como debería). Además está la posibilidad de dejar importantes "charcos" de tinta profundamente negra, lo que es un gustazo y una manera de separar planos sencilla y eficaz. Continuamos con un segundo dibujo con las mismas consignas:


Bueno, bueno, bueno... está feo decirlo, pero ¡me quedé flipado con mi propio trabajo! Me refiero a que lo veo muy profesional, como algo que se podría enmarcar o exponer. Había por supuesto un montón de barcos en el puerto y cerca de donde estaba sentado tenía una buena perspectiva de unos barquitos en primer plano y un yate en segundo, con el Montjuïc y las torres del Paral·lel, además de un par de cúpulas del MNAC. Así que teníamos la postal completita. Últimamente me está ayudando bastante el poner mis manos formando un marco en el que encuadro aquello que quiero dibujar y me da una idea de hasta dónde tengo que llegar con las líneas y de dónde no tengo que pasar. Es algo parecido a esto:


Y de esta manera puedo estar un poco más seguro de que sólo cabrá aquello que yo quiero y de que el dibujo no se me abarrocará con dos mil cosas que no había previsto. Y aunque debería haberlo dejado ahí, había una hilera de palmeras que se veían desde donde yo estaba que no podía dejar de dibujar:


Como se puede observar, la economía de medios es notable. Unos cuantos trazos largos y con diferentes grosores de caña combinados me dieron un muy buen resultado, además del equilibrio que acompaña a la propia imagen. Me quedo con los trazos que sugieren las hojas de palmera y con los que señalan unas pocas nubes en el cielo del atardecer.
Y esto es lo que dieron de sí las 2 horas y media de curro, en las que estuve bastante concentrado y fui felicitado por Esteve a causa de mi evolución en estos pocos días. El jueves volvemos a la Barceloneta a atacar nuevos temas (tengo que ir inventándome alguna diablura para hacer entonces :))

¡Hasta el Jueves Espai d'art!

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