Vale, pues al lío. Nos sentamos en el suelo o en las sillas plegables traídas a tal efecto enfrente mismo de la fachada del edificio y comenzamos. La verdad es que mola porque cada uno tiene un estilo totalmente diferente de los demás y es genial ver cómo plasman el mismo modelo con diferentes aproximaciones. Yo empecé un poco a lo salvaje, pero luego tuve que bajar el ritmo, porque realmente había bastantes detalles que si bien no quería hacer al milímetro, sí que los quería dejar señalados en el dibujo. El resultado fue éste:
Me encanta porque es muy inmediato e impactante a la vista. Mientras lo hacía me venían a las mientes los dibujos del maestro Mingote, que con cuatro líneas planteaba una escena complicadíiiisima. Me pareció un comienzo genial, así que estaba super motivado con esto del urban sketching. Las sombras en acuarela me las planteó inicialmente Antonio y después terminé de distribuirlas por el papel para dar una idea de los volúmenes y demás. Él me aconsejó que las zonas que se ven más oscuras, como los ventanales, las cubriese con una mancha negra, porque luego se podían sacar los blancos con un Posca. Al no llevarlo conmigo, no pude hacerlo pero igualmente el resultado es bruto como a mi me gusta.
Despúes pasamos al interior del edificio (se agradecía después del fresquete externo y de estar sentado en el suelo durante casi una hora) donde los detalles se multiplican. Es un espectáculo para la vista, con arcos llenos de decoraciones en relieve, pechinas adornadas con gigantescas conchas marinas, una claraboya de vértigo y enormes murales al fresco en la parte superior de las paredes. Aparte, en la sala hay múltiples objetos interesantes para dibujas: una antigua bicicleta de correos, lámparas modernistas, zócalos de madera con motivos ornamentales,...
Allí el ejercicio consistía en delimitar un par de zonas del cuaderno con viñetas (podían ser irregulares) y de esta manera tener un marco en el que plasmar detalles a elegir del interior. Yo me decanté por un par de vistas de los capiteles corintios de las columnas y también por las conchas de las pechinas así como las lámparas del interior. Y este fue el resultado:
Un compañero me dijo que parecían un poco de cómic.Y mirándo estas viñetas con atención, la verdad es que no le faltaba razón. Para rematar pedimos a uno de los empleados que nos pusiese el matasellos del día, para cerrar bien la sesión. Al final, sesión de fotos con los cuadernos abiertos:
Y una buena sensación, de haber pasado un rato genial y súper ameno con gente que comparte intereses, aparte de tener un puñado de apuntes muy interesantes y la cabeza bullendo de ideas sobre nuevos sitios a los que poder ir para seguir practicando.
¡Hasta la semana que viene!
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