Ayer pude sacar un par de horas para ir rematando el primer dibujo del año a carboncillo. Empecé por la parte inferior a oscurecer las piedras del murete que se lo merecían y también comencé a dar textura a las mismas:
Lo bueno del carboncillo es que es muy resultón y enseguida las cosas adquieren volumen y tridimensionalidad. Para favorecer la percepción de la textura, usé la punta de una barra fina de carboncillo y la deslicé con suavidad por encima de las rocas con movimientos irregulares. Luego fui modelando la caseta de la izquierda y el murete de la parte central del dibujo:
Hay que reconocer que han ganado mucho en realismo, especialmente la caseta. Durante todos estos retoques he estado combinando el carboncillo difuminado con los dedos con la goma de miga de pan para sacar luces y trazos "puros" de carbón para los oscuros más potentes o para texturas. Y a continuación, me fijé más en la montaña de la izquierda:
A pesar de ir evolucionando en el nivel de detalle, algo estaba pasando con las montañas, a saber, se estaban quedando las diferentes partes de las mismas con tonos de gris demasiado semejantes, lo que no ayudaba a distinguir unas zonas de otras. Por otro lado, hay unas pendientes por las que corren riachuelos, que se aprecian perfectamente en la fotografía de referencia pero que aquí es muy difícil de distinguir. Probablemente es un problema de contraste entre el gris casi blanco del agua y todo lo que le rodea; veremos si lo podemos pulir en la última fase del dibujo. Y ya para terminar la sesión, elegí como víctima a la montaña de la derecha:
Éste es uno de esos momentos en los que pienso que a lo mejor habría sido preferible no andar tocando esta zona porque se me ha venido a juntar con todos los otros grises de la montaña de la izquierda y se ha armado un batiburrillo de impresión. Y quizá hubiera sido mejor así. Me explico: si hubiésemos dejado la montaña de segundo plano menos detallada, automáticamente ésta se habría ido al fondo, creando la ilusión de un segundo plano mucho más efectiva que tras el tratamiento más detallado. Y el dibujo habría quedado más equilibrado. Total, que es posible que la última media hora de sesión me haya sobrado, pero no obstante, también he de decir que estaba un poco saturado al final de las 2 horas y pico que estuve frente al dibujo. Descansar mientras se dibuja es importante y también es importante pensar las cosas antes de hacerlas. Probablemente todavía pervive entre nosotros la idea del artista romántico, que se enfrenta al papel o lienzo con pasión bajo los dictados de la vida. Pero francamente, es preferible analizar pormenorizada y pacientemente la situación antes de acometer el ataque. En próximos episodios espero poder finalizar este dibujo.
¡Estén atentos a sus pantallas!
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