El viernes - que además era el último día de modelo hasta Septiembre - vino de nuevo un muchacho que ya había estado en alguna otra ocasión y que con más pena que gloria dio lo que a mi juicio fue un recital de desidia a la hora de posar para un grupo. Lógicamente no se puede achacar todo lo malo al otro, así que armado con mi pincel recargable que aprendía utilizar en el curso intensivo de este mes con Esteve del Espai d'art y con un pincel normal + una aguada ya preparada (es decir, que el tono de gris será siempre el mismo), hice lo que pude. Al ser la última sesión, decidí darme la libertad de hacer lo que quisiese, así que unos apuntes difieren bastante de otros, según el enfoque. Lo que sí que tienen todos en común es la intención de sugerir más que de explicitar, esto es, hay líneas incompletas, manchas imperfectas y aguadas que sólo quieren dar una idea de lo visto y no delinear con un precisión milimétrica. Me acordaba durante la sesión, de eso que algún pintor o historiador del arte dijo, a saber, que Uno se pinta casi siempre a sí mismo, más que a su modelo, o sea, que proyecta su interior y lo vuelca en el dibujo. Es por ello que a medida que avanzan los dibujos, la cara del modelo parece cada vez más hastiada e incluso de mala leche. Un pena concluir las sesiones de modelo de esta forma, pero en fin, de todo se saca algo bueno.
¡Hasta Septiembre, Academia Taure!
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