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lunes, 30 de mayo de 2016

Preparando un nuevo lienzo...

La semana pasada en el Espai d'art, el jefe Esteve me lanzó casi un reto: me dijo que se acabaron los cuadros de gamas de colores y que tenía que empezar a sacar cosas de dentro, a preocuparme por los temas y lo que se dice más que el cómo se dice. Y bien, por un lado contento, porque los ejercicios son buenos para la técnica, pero deseaba hacer alguna cosilla más mía. En fin, estuve dándole vueltas a la cabeza un rato y me acordé de ellos: los proyectos (casi) olvidados. Y de entre todos ellos hay uno antiquísimo, de mi época en el instituto si mal no recuerdo, que siempre quise hacer en acuarelas o anilinas, pero nunca tuve el tiempo, la técnica o simplemente el arrojo de llevar a cabo. Hice unos cuantos bocetos a lápiz, eso sí y es por eso que recordaba perfectamente la idea.
Va así: el papel en vertical un en la mitad del mismo se erige un brazo monumental que sostiene sobre la punta de los dedos una especie de templo. La idea es más o menos simple pero tiene alguna sutilieza: la parte inferior del brazo es de carne, pero va convirtiéndose en piedra a medida que se acerca al templo. Una reflexión nietzscheana sobre lo divino y quién ha creado a semejanza de quién. En el trabajo tuve un par de momentos en los que explayarme abocetando esta idea, primero en la sala de reuniones:





Muy rápido, muy fresco. y luego en mi agenda, que sufrió algo más, la pobre:


Lógicamente es la misma idea, pero aquí estaba jugando más con la iluminación. para mí sería brutal que la luz viniese de detrás para crear un fuerte contraste con el cielo. Y fue así como me saqué de la manga este batiburrillo de rotus que da el pego perfectamente. Mañana cuando vaya al Espai a ver que piensa el Gran Hombre, ¡que no llevo ni fotos ni ná!.

¡Hasta mañana!

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