¡Vaya trabajito de chinos! Mientras hacíamos una parada de no sé cuántas horas en el medio de cualquier zona rural de Tailandia, a la espera de que nos recogiese el autobús que nos trasladaría a Camboya, tuve tiempo de sobra para poder terminar el dragoncito de la Singha. Quedó algo desproporcionada la última pata trasera y lo complementé todo con un pequeño texto y la grafía tailandesa de la marca. Pero es algo muy diferente a lo que suelo hacer y me gustó. Aquí se puede ver el resultado:
¡Hasta otra!
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