La tarde en el Espai d'art estuvo guapísima. Era uno de esos días en los que todo sale con una fluidez que casi asusta, porque no es lo habitual. Lo que suele ocurrir es que Uno tiene que pelear a muerte con los colores para que le obedezcan y ni aún así al final se obtiene un resultado satisfactorio. Pues ayer en el taller del barrio de Gràcia todo iba cuadrando, los colores dejaron de ser sucios para pasar a tener una musculosa vitalidad, conseguí que el claroscuro quedase ordenado y resaltase aquellas partes que a mi me interesaban y el cuadro fue adquiriendo lo que Esteve probablemente denominaría "magma", o sea, que tiene ya suficiente cuerpo y/o/u entidad por sí mismo, de la cual se pueden extraer diferentes conclusiones con un buen acabado. Muestro a continuación las dos fases del cuadro:
En este punto llevaba alrededor de una hora, hora y algo currando en la hilera de árboles, algo en la casquera redonda (la zona de piedras en el centro de la sierra) y también en los árboles de la izquierda. En estos útimos estuve aplicando una pincelada más suelta y expresiva, con puntos de luz que destacaban de la masa vegetal con mucha gracia. Además y en un arranque de color, planté allí mismo una franja de rojo intenso en la vegetación del suelo, como había visto en algún cuadro de Sanvisens y la verdad es que me dio una separación entre planos y una vida al paisaje bestial. Esteve me dijo precisamente que si había oído hablar de la escuela catalana, porque el cuadro iba por unos derroteros muy similares. Claro, le comenté yo, Mir, Sanvisens y compañía. Él me dijo que se me había pegado esto y que ya no había vuelta atrás XD. Entre bromas me explicaba, como algunos de estos autores utilizaban el azul de una forma un poco manierista en sus cuadros como por ejemplo en las sombras, lo que le daba un aire muy peculiar. Eso sí, me advirtió que si iba a poner color, tenía que tenerlo en cuenta para el resto del cuadro, es decir, que deberían aparecer recuerdos de azul en las sombras para que la iluminación se sostuviese y no resultase incoherente. Así lo fui haciendo:
En este punto llevaba alrededor de una hora, hora y algo currando en la hilera de árboles, algo en la casquera redonda (la zona de piedras en el centro de la sierra) y también en los árboles de la izquierda. En estos útimos estuve aplicando una pincelada más suelta y expresiva, con puntos de luz que destacaban de la masa vegetal con mucha gracia. Además y en un arranque de color, planté allí mismo una franja de rojo intenso en la vegetación del suelo, como había visto en algún cuadro de Sanvisens y la verdad es que me dio una separación entre planos y una vida al paisaje bestial. Esteve me dijo precisamente que si había oído hablar de la escuela catalana, porque el cuadro iba por unos derroteros muy similares. Claro, le comenté yo, Mir, Sanvisens y compañía. Él me dijo que se me había pegado esto y que ya no había vuelta atrás XD. Entre bromas me explicaba, como algunos de estos autores utilizaban el azul de una forma un poco manierista en sus cuadros como por ejemplo en las sombras, lo que le daba un aire muy peculiar. Eso sí, me advirtió que si iba a poner color, tenía que tenerlo en cuenta para el resto del cuadro, es decir, que deberían aparecer recuerdos de azul en las sombras para que la iluminación se sostuviese y no resultase incoherente. Así lo fui haciendo:
Y este es el cuadro de la sierra al final de la clase. Me cebé en la montaña, con unas pinceladas muy golosas dadas con el pincel más pequeño que tengo y cantidades generosas de óleo. Claro, esto quiere decir que tendré que trabajar el resto del cuadro en consonancia, por ejemplo, tendré que añadir bastante materia a los primeros planos para que destaquen. Ya me encargué de ir apuntando esto en el árbol de la derecha, en el que no escatimé los colores de cadmio, con su brillo característico para ir generando un juego de luces y sombras y dar bastante protagonismo a este olivo. Por cierto que ahora mismo no parecen olivos por los colores, pero el paisaje en general me parece mucho más logrado. Algo de trabajo en el cielo y un poco también en el suelo, para no dejar ninguna zona demasiado descubierta fueron los últimos toques de gracia que tuve tiempo de hacer antes de que se acabase la clase.
Lo dicho, muy colorido, de una manera que me encanta y aunque estos colores puedan resultar estridentes o agresivos, en mi opinión se mantiene la coherencia de los campos castellanos con su paleta de colores verdes, ocres, amarillos y marrones que añaden pinceladas de luz con las que el paisaje gana en riqueza.
¡Hasta la semana que viene Espai d'art!
Lo dicho, muy colorido, de una manera que me encanta y aunque estos colores puedan resultar estridentes o agresivos, en mi opinión se mantiene la coherencia de los campos castellanos con su paleta de colores verdes, ocres, amarillos y marrones que añaden pinceladas de luz con las que el paisaje gana en riqueza.
¡Hasta la semana que viene Espai d'art!
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