Ayer en el Espai d'art ya me puse con un nuevo cuadro a las ordenes del Gran Esteve. Me dijo que íbamos a hacer otro en gama de azules y yo le presenté lo que había estado buscando por Flickr. Estos dos me decían algo:
A la hora de la verdad, el de la calle desierta me dio pereza, para qué negarlo. Dice Esteve que tenemos que dibujar y pintar siempre cosas que nos motiven, que nos apasionen. No le falta razón, lo demás es un ejercicio bastante estéril de técnica por el que lógicamente hay que pasar pero que no promete buenos resultados a largo plazo. Bueno, que me enrollo :). Al final escogí el del iceberg porque también apuntaba unos tonos magenta y grises muy interesantes, de manera que me lo imprimí en papel y me fui al Espai para atacar este nuevo lienzo. Lo hice así:
Un buen encaje, partiendo de la división elemental en mitades de la tela y sin mucha pamplina, que dónde se va a decidir todo es en la aplicación del color. Esa parte -la buena- viene ahora:
A la hora de la verdad, el de la calle desierta me dio pereza, para qué negarlo. Dice Esteve que tenemos que dibujar y pintar siempre cosas que nos motiven, que nos apasionen. No le falta razón, lo demás es un ejercicio bastante estéril de técnica por el que lógicamente hay que pasar pero que no promete buenos resultados a largo plazo. Bueno, que me enrollo :). Al final escogí el del iceberg porque también apuntaba unos tonos magenta y grises muy interesantes, de manera que me lo imprimí en papel y me fui al Espai para atacar este nuevo lienzo. Lo hice así:
Un buen encaje, partiendo de la división elemental en mitades de la tela y sin mucha pamplina, que dónde se va a decidir todo es en la aplicación del color. Esa parte -la buena- viene ahora:
Mal hecho por mi parte, porque debería de ir todo a la vez, pero es un primer golpe de color del iceberg para luego pasar al segundo:
Lo que quería reflejar en esta primera capa muy diluida era el claroscuro básico, con mucho blanco de por medio y unos tonos levísimamente amagentados del cielo. Me gusta porque la roca de hielo no engaña y ya de primeras se ve de lo que va el asunto. Seguimos:
Esto está feo decirlo, o no ¡qué coño! Pero el mar me ha quedado guapísimo, el reflejo muy consegido, los tonos muy bien valorados e incluso las pequeñas ondas de la derecha dan una sensación de veracidad bastante lograda. Mucha gente del taller me preguntó cuántas sesiones llevaba con este cuadro y se extrañaron de que fuese la primera. David -dijo Esteve- es un hombre que no tiene tiempo que perder. ¡No sabe él hasta qué punto! Ya en la recta final de la clase me dediqué a aclarar un poco el cielo y dar unos toques de amarillo cadmio para levantar el ánimo del lienzo:
Y ahí se quedó, en un punto muy bueno para proceder a empastar todo aquello y seguir experimentando con los azules.
¡Hasta la semana que viene Espai d'art!
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