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martes, 7 de abril de 2015

Y ese metro cuadrado, ¿cómo va?

Buena pregunta, sí señor. A pesar de haber gozado de unos días de un asueto rayano en la desidia más absoluta, he podido sacar mis 3 horitas y algo para ir avanzando este cuadro, que promete un final feliz. Mis directrices durante esta sesión eran bastante claras:

1. Dedicarme única y exclusivamente al fondo del cuadro, siguiendo las instrucciones de Esteve, para que todo el cuadro avance a la vez
2. Tener en cuenta todo lo aprendido por las malas el último día en el Espai d'art. Sobre todo no dejarme llevar por la potencia sin control.

Y bien, teniendo todo esto en mente, empecé por partes:


Primero: la figura que se sitúa a la espalda del retratado. Vamos metiendo gamas de colores para darle riqueza y hacer que la carne vibre en la parte correspondiente al brazo. Trabajar un poco más el saree blanco de la buena señora introduciendo igualmente diferentes gamas de colores. Todo menos la parte visible de la cara, que haré en una fase posterior.


Segundo: le damos alegría a la camisa blanca del señor del fondo, a la vez que trabajamos la cara de la señora. Aquí me he dejado llevar un poco, pero en el buen sentido y con cierto control. Teniendo muy en mente los autorretratos de Lucien Freud. Aquí recordaba mientras estaba trabajando un buen consejo de Esteve: hay que tener cuidado con el efecto desenfocado de las fotografias, porque si se reproduce exactamente de la misma manera, "canta", es demasiado imitativo de la fotografía, con lo cual pierde la especificidad del lenguaje pictórico. Creo que es una buena solución dar pinceladas más generales sin definir pero sin difuminar, como grandes masas de color.


Y para terminar: la inusitada segunda protagonista del cuadro: la figura de la parte superior izquierda. Estoy leyendo desde hace algunas semanas un libro de José Luis Pardo un profesor de la Facultad de Filosofía de La UCM en Madrid, en la cual estudié la carrera. Y ahí habla de aquello que pide ser pintado, como una especie de exigencia estética más allá del gusto subjetivo. Pues bien, esta muchacha del segundo plano pide no sólo ser pintada, sino también estar en una relación bastante directa con el protagonista. Como si formasen la pareja que va a explicar el todo del cuadro. De manera que le di el tratamiento que merecía, trabajando con mimo las facciones de la cara. Error a subsanar la próxima sesión: utilizar colores con mayor tendencia al color tierra y el magenta para la piel de la muchacha, ya que los tonos han quedado demasiado igualados con respecto al vestido. Y un pequeño detalle que había percibido: el hombro a la izquierda de la mujer que está detrás del niño estaba situado demasiado arriba respecto al otro hombro, así que lo "bajé" ligeramente para equilibrar la figura.
Esto fue lo que pude avanzar el día de ayer. Me doy cuenta ahora de que Esteve tiene toda la razón. El cuadro tiene mucho más sentido en este momento, en que el fondo tiene un nivel de trabajo parecido al retrato. Y en la próxima sesión, ésto será lo que ocupe el centro de mi atención: meterle más materia al retrato.

¡Hasta entonces!


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