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domingo, 20 de diciembre de 2015

Y cerramos una nueva serie con el gallo afónico

Hoy es el día de actualizar posts pasados, así que continuamos con la evolución del gallo que empecé ahora hace una semana. Y vamos a ello con un primer momento en el que lo que me interesó fue trabajar la textura de la barbilla:


Resulta siempre jodido este tipo de texturas, por cuanto hay que controlar el claroscuro general y luego proceder a dar a entender las formaciones que aparecen allí inscritas. De hecho y como se verá, tuve que volver a trabajar esta zona en una fase posterior, porque precisamente se me fue un poco la mano con el claroscuro. Y también me puse con la zona que rodea al ojo, que fue sorprendentemente fácil. Una serie de trazos curvos y circulares muy pequeños me dieron las formas principales que luego rematé con la goma de miga, sacando algunas luces para dar a entender la posición de las pequeñas protuberancias. Por otro lado le metí mano a esa parte que está situada debajo y un poco a la izquierda del ojo, que no sé como se llama pero está hecha de algo parecido a la cresta y la barbilla. Esto y tres toques de carbón en el pico y de momento podíamos abandonar esta zona para ir trabajando otras:


Este fue el momento grande de la tarde, en el que me ocupé del plumaje en la parte inferior, lo conocido como cuello y esclavina (¡estoy aprendiendo un montón sobre gallos!) En principio podría parecer la parte más difícil y tal, pero dado que no queremos pararnos en cada pluma sino ofrecer una idea más sintética de la zona, fue relativamente rápida de solucionar. Teniendo en cuenta la estructura de base de una pluma (la zona central ligeramente curvada desde la que salen las fibras en diagonal) se podía dar cuenta de ellas con un puñado de líneas que siguiesen estas pautas (y así se hizo). ¿Qué nos queda? ¿Qué nos queda?:


Pues la parte señorial del gallo: la cresta. Pero antes, había que solucionar un pequeño detalle sin importancia, pero que me estaba molestando, ya que hacía aparecer al gallo como menos monumental de lo que era en esta foto:


Aaaaahí lo tenemos. Nada, cuestión de milímetros, pero me estaba molestando bastante la zona, parecía como si le cortase la cabeza al gallo y le daba un aspecto levemente deformado. En fin, tras arreglar esta sutileza, me puse a trabajar la cresta en plan loco, con miles de trazos circulares, sacando luces, volviendo a hacer trazos de diferentes formas e intentando, en suma, dar aspecto de cresta a una zona que parecía iba a darme dolores de cabeza. Y me los dio, pero no mas de los estrictamente necesarios. De hecho, esta combinación de trazos y un poco de cuidado con el claroscuro general resultaron ser un buen combo y la cosa acabo medio bien. Por aquí ya había estado trabajando el asunto de la barbilla del que hablaba más arriba, Al mirarlo, me pregunto si no habría sido mejor dejarlo como estaba en primera instancia, pero en ese caso, a lo menor habría faltado ese "magma" del que nos habla a veces Esteve, es decir, como si faltase materia, o trabajo. Y ya para finalizar:


Un experimento que me salió bien y que sumo a mi lista de recursos con el carboncillo: estuve trabajando el fondo a conciencia y para ello combiné las manchas previas del carboncillo, con líneas en trama en negro, ¡pero también con el difumino! El efecto es francamente sensacional, se crea un tejido de líneas negras y agrisadas de una riqueza brutal. Lástima que ya no quede tiempo para hacer muchos de estos, porque sería estupendo poder profundizar más en esta manera de trabajar el dibujo. Aquí se quedó el señor gallo con lo que sumamos 28 dibujos semanales en un año de 53 semanas. Poco, la verdad, tendré que plantearme el año que viene ser más efectivo con los dibujos semanales, como en esta última tanda de carboncillos. Pero contento, eso sí, con el nivel de trabajo alcanzado, ¡no está nada mal!

¡Hasta el próximo dibujo semanal!

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