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sábado, 29 de noviembre de 2014

Modos de ver (Ways of seeing)

Hace algún tiempo, vi un libro que me llamó la atención por su título. Se llamaba "Modos de ver".



 Como suelo hacer en estos casos, saqué el móvil para tomar una foto de la portada y poder, en otro momento, buscarlo, bien en la biblioteca, bien en alguna librería. Un par de meses después, me acordé del libro y lo encontré en una biblioteca de la Diputació de Barcelona (¡tela el sistema que tiene montada esta gente! Muy profesional). Me gusta echar un primer vistazo a los libros antes de ponerme a leerlos en profundidad y mi primera impresión fue muuuy favorable. Se trataba de un libro donde se alternaban ensayos escritos con otros visuales (¡fotografías sin una letra de texto!) y parecía hecho por alguien que sabía lo que se traía entre manos.
Pues bien, resulta que su autor, John Berger es un reputado crítico de arte. Pero crítico de verdad, poniendo de relieve las relaciones sociales que dan lugar a ciertas formas de arte, la posición de la mujer dentro de la historia del arte y el estatuto de la obra pictórica en los tiempos que corren (o corrían, el libro es de 1967). Prácticamente un marxista en el mundo de la crítica de arte. Pero no deja nada al azar y todo lo que dice es realmente muy aprovechable.
Ya llevaba tiempo yo queriendo hacer recensiones de libros que directa o tangencialmente tuvieran que ver con el mundo del dibujo, la pintura y el arte en lo que toca a este blog (tampoco vamos a divagar sobre las causas primeras o los motores inmóviles ;)). Y aunque tengo un par de ellos en la recámara, prefiero empezar por este conjunto de ensayos que me han dejado una muy honda impresión.
Cuando se habla de arte, Uno comete el error de considerarlo como algo aparte del mundanal ruido, como un oasis en un desierto de relaciones de producción y sistemas económicos. Lamentablemente no es así, y como leí en algún sitio que no recuerdo, el arte, para ser digno de tal nombre, ha de ser crítico con la sociedad en la que nace. Berger parte de este estado de cosas para determinar en qué ha consistido eso que llamamos la historia del arte (que por las razones aducidas, podría llamarse historia del arte burgués hasta el siglo XIX) y en qué puede consistir ahora, en la época de su reproductibilidad técnica, según la manida fórmula de Benjamin. Vayamos viendo en qué consisten los diferentes ensayos del libro:

1 - A modo de introducción, se presenta un ensayo sobre lo visible (que el autor no identifica con la realidad) y cómo lo visible durante la historia del arte ha sido apresado por la pintura y las artes plásticas, que a su vez eran privilegio de una clase social determinada. Era un bien privado, en el sentido de que se privaba a otras clases de esta experiencia, que era una ligazón con el pasado histórico. En un momento del ensayo Berger pasa a ocuparse de la imagen fotográfica y cómo ésta cambia las reglas del juego respecto al modo de ver la realidad. Frente al cuadro, que privilegia un único punto de vista, escogido por el pintor, la cámara enseña que los puntos de vista son múltiples e intercambiables, rasgo éste del que los cubistas sabrán sacar el máximo partido. La invención de la camára supone también la descontextualización de las obras de arte del lugar en el que se hallan y la posibilidad de extraer un detalle de las mismas, que originalmente fueron concebidas para ser vistas como un todo integral. También implica este hallazgo, que se puede reproducir una misma obra infinitamente, con lo que el valor de la obra original se reduce a ser el original de muchas reproducciones. Y al quedar relegado el original a este status, de pronto adquiere un valor de mercado que se supone acorde a su valor espiritual. Dado que por ejemplo, las obras del Renacimiento quedan así desprendidas de su valor cultual (no cultural), esta percepción del valor espiritual de la obra es una mistificación completamente falsa. Y aquí viene uno de los puntos importantes: debido a su reproductibilidad e inclusión en un mercado, la obra de arte se convierte en mera información que puede ser utilizada de variadas formas. Así, el añadido de algún texto al cuadro, determina y codifica la experiencia que el espectador tiene del mismo. El cuadro tiene que "defender su propia verdad" entre la maraña de informaciones que se proyectan constantemente. La reproductibilidad de las obras de arte se utiliza para mantener su aura mística, crear la sensación de que todo sigue igual y justificar ciertos modos de autoridad.
Las artes visuales ha tenido siempre una función cultual: primero en ritos ancestrales en cavernas, después situándose en edificios de culto para en un momento dado, salir de ellos a la sociedad. Pero se trata de un coto privado de la sociedad, las altas jerarquías. Cuando por fin el arte ha llegado a las masas, ha sido a modo de imágenes, desvirtuadas ya de la autoridad de la obra de arte. El problema ahora reside en quién está utilizando esas imágenes reproducidas y con qué fines Según el autor, esto tiene numerosas implicaciones, ya que una clase social a la que se ha privado de su pasado (debido a la restricción de acceso a ciertas experiencias artísticas en este caso) tiene menos poder de decisión que una clase social que ha sabido situarse en el mismo.

2 - El segundo es un ensayo visual que consta únicamente de imágenes sin pie de foto. Trata por entero de la figura de lo femenino contrastando obras pictóricas con imágenes fotográficas y publicitarias. Se destaca el uso de lo considerado más femenino (como los senos), el uso de la sexualidad sin restricción, la objetualización de la mujer de cara al ojo que mira, etc.

3 - Continúa el libro con un ensayo sobre la mujer como tema (o más bien como objeto). Se afirma que nacer mujer es nacer en un mundo donde su posición está previamente decidida y con estrecho margen de maniobra. Igualmente el autor hace hincapié en la mujer partida en dos: mujer que actúa y que a la vez se ve acompañada de la imagen que tienen de sí misma. El supervisor de sí misma en la mujer es masculino, mientras que la supervisada es femenina. Esto es crucial para tener éxito (según se entiende comúnmente) y ser apreciada por los hombres, vale decir, objetualizada. Se retoma el relato del Genésis según el cual Adán y Eva fueron expulsados del Jardín del Edén para hacer ver cómo en la tradición religiosa la mujer ha quedado supeditada al hombre. Cuando se seculariza la pintura, tenemos por ejemplo el caso de Susana y los viejos, tratado por numerosos pintores en el que la mujer aparece como objeto de observación. A veces se sitúa un espejo en la escena para dar a entender la vanidad de la mujer (que sin embargo había sido representada en su desnudez para placer del propio artista y los observadores del cuadro). El jucio de Paris es otro ejemplo de supeditación de la imagen de la mujer al juicio masculino. Paris, personaje mitológico, otorga un premio a aquellas de entre las mujeres que son bellas.
Se pasa a continuación a establecer la diferencia entre desnudez (nakedness) y desnudo (nudity). La desnudez es el hecho de estar sin ropa, en estado de desnudez, diríamos. El desnudo es una categoría artística y de la imagen que tiene como requisito el ser exhibido. El desnudo femenino en la historia del arte tiene como característica el hecho de presentarse ante el espectador para su goce. Los cuerpos se idealizan y se presentan en toda su extensión para el disfrute del que mira, el voyeur. La mujer ofrece su femineidad para que el espectador la examine. Sin embargo, el autor destaca que existen algunas excepciones de renombre dentro de esta dinámica, en las que la interacción del pintor con la mujer que pinta es tan intensa, que no permite la identificación del espectador, que queda fuera de juego. Queda como ejemplo la pintura de Rubens a su segunda esposa, que capta un instante con el que el espectador no puede entrar en el relato. Para concluir, el autor hace referencia a la Olympia de Manet, como punto de ruptura con esta tradición. La protagonista del cuadro se exhibe, pero su mirada pone en duda que acepte su papel de mujer-objeto. Las vanguardias de principios del siglo XX vendrán a tratar de otro tipo de mujer, la prostituta, como ruptura con esta tradición de la representación femenina. No obstante, y ya en la época de la reproductibilidad técnica, el desnudo d ela mujer sigue siento objetualizado. Como colofón se expone un simple experimento mental. Tómese un desnudo femenino, sustitúyase por una figura masculina y obsérvese la violencia de la imagen. Violencia por las ideas preconcebidas del que mira, en todo caso

4 - El segundo de los ensayos visuales hace un pequeño recorrido desde los inicios de la pintura, tratando varios temas: representaciones de madonnas, la iconografía de la muerte, los temas mitológicos en el arte, los óleos entendidos como demostración de riqueza, algunos retratos de personalidades importantes de ciertos siglos... Todo ello para terminar con un cuadro de Magritte: Para no ser reproducido en el que se observa un retrato de la parte posterior de un hombre que se refleja en un espejo. Con la particularidad de que el reflejo es asimismo, la parte posterior de esta figura quizá como alegato contra la reproducción de los retratos en la época moderna

5 - En el siguiente texto, se trata de la pintura al óleo, no sólo como técnica, pero también como modo de ver y privilegio de un cierto estamento. Se nos hace notar que en la pintura al óleo a veces se representan cosas, cosas que se poseen o se anhelan. El coleccionista de cuadros tiene sus paredes cubiertas con lienzos que le muestran vistas de las cosas que puede poseer. La pintura al óleo del periodo 1500 - 1900 (a grosso modo), tiende a servir a los intereses de la clase dominante. Pero el autor precisa este aspecto: se trata de un modo de ver el mundo determinado por nuevas actitudes haceia la propiedad y el cambio que encuentra su forma de arte visual en la pintura al oleo. También se trata la diferencia existente en este tipo de cuadros entre los "grandes maestros" y las obras medias, debidas más bien a un encargo en un mercado de arte que crecía sin cesar.
Posteriormente se analiza el cuadro Los Embajadores de Holbein: se trata de un cuadro en el que prima la textura, la representación casi táctil de aqullo que uno podría poseer, aprovechando las cualidades de la pintura al óleo, que crean una ilusión de tridimensionalidad difícilmente alcannzable por otras técnicas en la época. Sin embargo, hay entre todos los objetos que denotan riqueza en este cuadro una extraña forma ovalada en primer plano: si nos fijamos con atención veremos que se trata de un cráneo en una perspectiva diferente a la del resto del cuadro. Una especie de memento mori así pintado para que no pierda relevancia al mezclarse con el resto de objetos que se presentan en el lienzo. Pasando a la actitud de los propios embajadores, hay algo en su pose y su mirada que transmite indiferencia, como si el espectador no pudiese entender su valía. Los objetos en ls estantes nos ayudan a descodificar el significado del cuadro: un globo terráqueo con las extensiones de tierra "descubiertas" en América y a su lado, un libro de aritmética, un libro de himnos y un laúd: la superioridad de la ciencia, la religión y las artes europeas sobre los conquistados. Lo que resulta interesante del cuadro es la actitud de los embajadores, expresión de una nueva manera de ver el mundo perteneciente a determinada clase social. El retrato presenta una cierta distancia con respecto al espectador. Distancia e individualismo. El retrato formal dentro de la tradición de la pintura al óleo insistía en esta distancia, precisamente por la capacidad de esta técnica de poner casi al alcance de la mano cualquier cosa.
A continuación se dedican una serie de imágenes a cuadros de bodegones, animales y edificios cuya funcionalidad es únicamente mostrar la riqueza del propietario del cuadro. Bien sea a través de majares o razas de animales muy preciadas, así como fincas o palacios pertenecientes al que promociona la obra. A veces también se encuentran cuadros de inspiración mitológica que sirven de apoyo y justificación de la conducta de las altas jerarquías, y que legitiman un sistema de modales y comportamiento que tiene su base lejana en la lectura de los clásicos. Por otro lado había una pintura "de género" o "costumbrista", cuya función era describir el modo de vida de las capas bajas de la sociedad, pero siempre incluyendo una moraleja que básicamente indicaba que el que se esfuerza obtiene un justo premio y el inútil se queda en la pobreza. Como excepción se cita al pintor Adriaen Brouwer cuyos cuadros representan imágenes de tabernas con amargura y sin ninguna moraleja posible.
El autor argumenta que la pintura paisajista es la única que se escapa del hilo conductor de este ensayo: no tenía una función social específica y algunos grandes maestros que se dedicaron a ella, tuvieron que abandonarla, ya que no generaba ingresos. Un ejemplo curioso es el retrato de Mr. and Mrs. Andrews de Gainsborough: se representa a la pareja pero el cuadro lo domina la vista imponente de sus posesiones en segundo plano. A jucio de Berger, esto confirma una vez más la hipótesis de la relación entre la pintura al óleo y el nuevo modo de ver relacionado con la posesión de las cosas.
Para terminar, y a modo de conclusión, el autor indica que se le acusa de estar obsesionado con la idea de propiedad, cuando son la sociedad y la cultura las que de hecho están obsesionadas con ello. E indica que cuando un artista entendía la trampa en la que se hallaba (tener que pintar temas para legitimar un establishment social), emprendía una lucha, no ya contra el sistema, sino contra las imágenes mismas y los modos de representación de su época. A modo de ejemplo, se muestran dos cuadros de Rembrandt: en el primero se ve a un joven Rembrandt con su mujer en actitud de felicidad. Pero Berger advierte: es una falsa felicidad, lo que se muestra en las convenciones de la pintura de la época adoptadas por Rembrandt. El segundo es un autorretrato 30 años posterior en el que precisamente el pintor está forzando el lenguaje de la pintura, sólo se ve a un viejo, escéptico, con la mirada vacía. Rembrandt utilizó un vehículo desarrollado para otros fines con el objeto de representar todo lo contrario.

6 -El último de los ensayos visuales se compone de imágenes de desnudos, esclavitud y colonialismo, pobreza y riqueza, así como ciertas visiones de la mujer en la historia de la pintura.

7 - El último de los escritos del libro trata sobre la imagen publicitaria. En ninguan otra época de la humanidad hemos estado tan rodeados de imágenes. Y menos de imñagenes publicitarias. Éstas son momentáneas, pero excitan la imaginación, siempre aludiendo al futuro o al pasado. Y sin embargo hemos aprendido a aceptarlas como se acepta el clima. Se supone que la pulicidad está estrechamente emparentada con la libertad: libertad del consumidor y libertad de la empresa. No obstante, aunque pueda ser utilizada por una u otra empresa, la publicidad hace una única propuesta: nos propone transofrmarnos y lo hace prometiéndonos que seremos más ricos, cuando en realidad seremos más pobres, porque nos habremos gastado el dinero. La publicidad se nutre de lo real, pero no puede ofrecer lo real, porque haría patente d emodo inmediato al potencial consumidor que está lejos del objeto a consumir. La publicidad por tanto son ofrece un modelo de lo que podemos llegar a ser. Y eso que podemos llegar a ser es algo que nos hará envidiables a los ojos de los demás. La publicidad roba el amor en sí mismo del posible consumidor y promete devolvérselo si paga el precio estipulado.
He aquí lo interesante: la publicidad está estrechamente ligada con la pintura al óleo, según el autor. No es sólo la referencia a algún cuadro famoso por parte de los medios publicitarios, se trata de utilizar la autoridad del arte para incitar a la transformación del consumidor. Y esto debido a que el arte es símbolo de opulencia, pero también representa un tipo de herencia cultural. La publicidad ha entendido mejor que la historia del arte las relaciones existentes entre la obra y el propietario, para aplicarla al potencial consumidor. Pero no sólo se trata de la asimilación de ciertos cuadros de la tradición, el caso es que la publicidad utiliza el mismo lenguaje que la pintura al óleo (las posturas de los modelos, el énfasis en el cuerpo femenino, el uso de materiales que denotan lujo,...). La publicidad vende pasado al futuro, no está en condiciones de autolegitimarse desde un lenguaje propio; en tal caso, le faltaría credibilidad. Por eso recurre a imágenes del pasado. Cuanto más imprecisas, mejor, ya que aluden tangencialmente a ciertos valores y/o conocimientos aprendidos a medias por el espectador-comprador, y potencian esta legitimación a expensas del pasado.
Sin embargo, la pintura al óleo se diferencia de la publicidad en que representaba lo que el propietario ya disfrutaba, mientras que la publicidad tiene como objetivo hacer sentirse insatisfecho al potencial consumidor. Igualmente la publicidad no se destina a los sectores ricos de la población. Si se observa, no suele haber vallas publicitarias en los barrios acomodados, pero sí en las zonas proletarias, donde se exprime al trabajador doblemente: como productor en el trabajo y como consumidor fuera de él. La publicidad actúa sobre la ansiedad y sobre la capacidad de gastar dinero, que es percibida como la capacidad de vivir. Ser capaz de gastar, es ser sexualmente atractivo. Si el espectador no es capaz de comprar determinado producto será menos amado. No obstante, y si la publicidad hace referencia siempre al futuro, que se pospone indefinidamente: ¿cómo es posible que siga resultando creíble? Porque su campo de aplicación no es la realidad, sino los ensueños. Tiene que ver asimismo con la categoría de la fascinación que implica una envidia social extendida. Esto hace que el espectador entre en contradicción entre lo que es y lo que le gustaría ser (o lo que le intentan vender como tal). Las condiciones de trabajo (monmótono y repetitivo) vienen a ayudar a estos ensueños que sustituyen la experiencia vivida por la fantasía del yo consumidor.
Otra función de la publicidad (aunque probablemente no intencional) es la de sustituir la elección democrática y política por la elección individual consumista (qué me compraré de ropa, para comer, para beber...). Y asimismo, la publicidad enmascara otras realidades. Como indica Berger es una especie de sistema filosófico que interpreta el mundo según sus propios términos. Incluso la revolución puede ser asumida e integrada en el medio publicitario. De esta manera se crea un sistema sin acontecimientos. La yuxtaposición de noticias trágicas y publicidad crea un profundo contraste, pero a la vez hacen parecer remotos los sucesos acontecidos en otros lugares del mundo. Aunque sea a 40 km de donde vivimos, no existe el acontecimiento como tal, sino la sucesión de imágenes de productos que esperan ser comprados, difiriendo indefinidamente la satisfacción del consumidor. La publicidad es un fenómeno de importancia, también políticamente hablando, pero se refiere a un universo muy restringido, que es la capacidad de adquirir, en estrecha relación con el capitalismo:

El capitalismo sobrevive obligando a la mayoría -a la que explota- a definir sus propios intereses con la mayor mezquindad posible. En otro tiempo lo logró mediante privaciones generalizadas. Hoy lo está logrando en los países desarrollados mediante la imposición de un falso criterio sobre lo que es y no es deseable.


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