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jueves, 18 de agosto de 2016

Empezamos una nueva fase: dibujo de la semana 25



Pues no se ha hecho esperar mucho, ya había dicho que esta semana me iba a poner a dibujar el martes y el miércoles y así lo he hecho, a pesar del calor que ha sufrido un repunte y me ha hecho sudar más de lo deseado. Nada que no se pueda arreglar con un buen ventilador. De todos modos el dibujo es una especie de estado de trance, semejante a la meditación, en el que no se siente ni se padece. Si uno está adecuadamente concentrado en el dibujo puede olvidarse de comer, de dolores o incluso de ir al servicio. Es gracioso a veces acabar una sesión y de pronto sentir el rugido del hambre o la necesidad de mear :).
Pero antes de pasar a comentar lo realizado el miércoles, estuve dándole vueltas al tarro... Resulta que ya vamos casi por la mitad de los dibujos de este año, y me gustaría darle otro aire a la otra mitad (o los que vengan). El pastel ya me es familiar, puedo hacer dibujos muy interesantes con mancha y trama, que me encanta. Pero hay que intentar siempre buscar algo más allá. Imaginemos que me tiro 5 años haciendo este tipo de dibujos... Un poco encasillado ¿no? :). Va en gustos, pero me interesa plantearme algún reto nuevo y llegados a esta altura, he pensado en nuevas reglas para estos dibujos:

- 1 Dibujo por día
- Dibujo con mayor componente gestual que realista
- Inclusión del color del papel en el dibujo
- Recreación de una iluminación y una atmósfera

El tamaño permanece igual, de manera que esto me obliga a sintetizar mucho, pero también a usar el recurso del papel, que puede ser de grandísima ayuda según el caso. Cuando estaba decidiendo esto, pensé en aquel cuadro de Degas que había visto en la exposición de Impresionistas y Modernos. Era espectacular, sobre todo por la economía de medios que no restaba en nada potencia al mensaje. Pues es algo en esa línea lo que me interesa, veremos a dónde nos lleva.
Y ahora sí, con esto en mente, había estado buscando algunas imágenes y me llamaban la atención estas dos:


La primera tiene muchísima riqueza, pero la segunda tenía la gracia de estar en vertical, cosa no demasiado habitual para un paisaje. Sin embargo, me incliné por la primera porque me parecía un buen comienzo para las normas autoimpuestas arriba mencionadas. Y tras pasarla al formato de trabajo -que sigue siendo 65 x 50 cm- y elegir un papel color salmón, hice un encaje a grosso modo, que la imagen tampoco permitía más:




Sólo situar los elementos principales, ya que si íbamos a trabajar con un dibujo y trazo más gestual, no merecía la pena meterse en detallitos en este momento. De ahí pasamos a un primer estadio del trabajo:



Aquí se puede apreciar el trabajo en la línea que quiero seguir. El cielo es más una mancha multicolor y con trazos verticales en la parte izquierda, por ejemplo. No voy a utilizar un tramado de líneas de color que vaya haciendo el efecto de degradado de esta zona. Me gusta mucho trabajar así con los árboles del dibujo. Es mucho más efectivo hacer una mancha de blanco sobre la que aparecen valores medios y oscuros o al revés en los del fondo, hacer una mancha marrón sobre la que se perfilan zonas en verde de valores medios y algunas otras en azul celeste de tonos más claros. Pero ya iba intuyendo que la forma y textura del fenómeno atmosférico de la aurora boreal me iba a dar trabajo:



Aquí podemos ver un primer momento en el que intenté resolver esta cortina de tonos verdes, pero no me satisfacía porque encontraba algo demasiado lineal en el resultado. también le dediqué tiempo al cielo, para igualar tanto el color como el trazo, ya que la parte derecha tenía un predominio de horizontalidad. Ya estaba bastante avanzado el asunto, pero había que hacer la parte del suelo y terminar de trabajar esta nube de luz:



Lo primero la aurora: ante la impresión de un exceso de líneas, decidí tomar las barritas de pastel por el lateral para que hiciesen manchas más difusas y difíciles de controlar. Y fue así que llegué a un resultado aceptable, alternando claros y oscuros. Una cosa que se me ocurrió para perfilar mejor la forma de este fenómeno, fue utilizar un color magenta-rosa para demarcar el límite entre la luz verde y el cielo circundante, sobre todo a la derecha de la imagen. Me funcionó bastante bien y luego pasé por encima con un trazo ancho y suave de blanco que también fui distribuyendo por el resto de la aurora.
Era momento de pasar al suelo, perfilar algo mejor los árboles, trabajar los reflejos en la nieve. Estos tienen mucha gracia, porque se logran a veces yuxtaponiendo un azul celeste o más oscuro para las zonas de sombra y un naranja (complementario del azul) con algo de amarillo. Y luego pasar a hacer los abetos nevados, a base de manchas blancas y de verde + marrón oscuro. Y no le di muchas más vueltas. Cierto, se me olvidaba comentar una cosa como ayer casi se me pasa hacerlo: ¡había que poner algunas estrellitas en el firmamento! Unos toques de blanco y de azul celeste y ya estaba todo apañado.
Y esta ha sido mi primera experiencia con los dibujos semanales hechos en una sola sesión, en el próximo episodio tendremos que pasar a retrato masculino, a ver qué tal se da.

¡Hasta entonces!




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